3 – Enfoques básicos para recuperar el terreno

Aislamiento o Sellado

El sellado es la solución tradicional de aislar el depósito con la instalación sobre su superficie de capas poco permeables, confirmada de distintos materiales.

Estas capas limitan el paso del agua de lluvia a través del residuo y por tanto la formación de más lixiviados, y retienen también el gas generado, evitando su escape libre hacia la atmósfera.

Lobo y otros (2016) han recomendado que las zonas sean acondicionada previamente para que el sellado superficial asegure el fin de las emisiones.

Según el estado del vertedero y la vulnerabilidad del entorno, el sellado debe acompañarse de obras para recolección e intercepción de lixiviados y gases.

Retirada

Cuando el volumen de residuos es pequeño y el entorno es muy vulnerable a los riesgos del vertedero, se puede plantear la posibilidad de trasladar los residuos sólidos a otro lugar con condiciones más adecuadas para depositarlos.

Esta solución puede combinarse con labores de separación y valorización, o tratamiento para recuperar algunos de los materiales del vertedero.

Sin embargo, aunque la retirada de los residuos sólidos es ventosa desde el punto de vista ambiental al eliminar los riesgos y recuperar algunos recursos valorizables, en general para las municipalidades esta solución no es rentable y podría contar con muchas barreras sociales.

Recuperación in situ

La solución tradicional de sellado tiene un efecto de enclaustramiento de la contaminación, pues se evitan las emisiones temporalmente, mientras los elementos de sellado estén operativos, pero se detienen los procesos de descomposición, dejando latente materia que en el futuro se requiere degradar.

La opción es reducir los riesgos que se pueden presentar en el futuro acelerando los procesos para que el relleno sea ambientalmente estable lo antes posible.

Dado que la principal fuente de contaminación es orgánica, los depósitos municipales pueden bio-recuperarse con las condiciones adecuadas para que los microorganismos se degraden rápidamente.

Este procedimiento convierte el relleno en un bio-reactor, mediante la introducción de líquidos lixiviados y control de otras variables, para potenciar reacciones de degradación de los contaminantes para que dejen de ser una amenaza para el entorno. Esta estrategia de recuperación in situ puede aplicarse sobre rellenos o vertederos ya abandonados o en operación.

Según Lobo y otros (2016), esta técnica es más costosa y requiere un mayor control que la tradicional de sellado, pero reduce los riesgos ambientales a largo plazo, y abarata el tiempo de vigilancia pos-clausura y permite un mejor aprovechamiento del gas del relleno o vertedero.

 



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